Monday, February 22, 2010

Continúen la historia...

Juan

Primero abrió el ojo izquierdo y lo cerró rápidamente, protegiéndose de la asesina luz de un sol de domingo con resaca. A su lado, una mujer menuda, enredada entre las sábanas aún calientes y húmedas del sudor exhausto de una frenética noche de sexo.

Qué decir, cuando seguramente ya todo estaba hecho...o desecho. Daba igual. Seguramente fue bueno, porque le costaba caminar erguido y con paso uniforme.

Juan siempre temió a esa clase de situaciones. Se preguntaba si la otra persona se ofendería al preguntarle el nombre. O qué pasaría si un día despertara agotado al lado de un hombre...o peor aún, que sucedería si un día se levantara y no hubiese nadie que le diera los buenos días con una sonrisa anónima.

Todo daba igual. La espalda de ella era hermosa. Quizás nunca había visto una similar: lisa, morena, tersa, con esas vellosidades que se estremecen con una caricia. Sus trenzas se descolgaban por la almohada, como esperando que algún príncipe elfo subiera por ellas.

Apenas eran las once de la mañana y ya el mundo parecía un lugar surreal.



Ana

Hacía calor y su cabeza daba vueltas. El olor a cuerpos sudorosos y desnudos la despertó. Sin embargo, temía abrir los ojos. Temía la escena de no saber en donde se encontraba y con quién. Temía no saber por que olía a desnudez...a su desnudez.

Las sábanas enredadas en sus tobillos se convertían en una pesadilla. La almohada demasiado bajita...Seguramente roncó toda la noche. Lentamente pasó su mano hacia el rostro para asegurarse que el asunto del aliento no estuviera del todo mal...Olía a vino barato. A mucho vino barato...quizás demasiado.

Pero no importaba qué hubiese sucedido. Confiaba en su gusto por los hombres, así que si se trataba de un desconocido la respiración que se escuchaba al otro lado del cuarto, seguramente se trataría de un Adonis.

Escuchó el suave rasguido de una guitarra rota, quizás contra la cabeza de algún borracho en un bar. Una suave melodía le despertó del todo...

Al dar la vuelta sobre su espalda descubrió a Juan.... No era Jim Morrison, pero tenía algo hermoso.

Apenas eran las once de la mañana.

Wednesday, March 14, 2007